"Amarte joder, amarte"
Padre, hoy hace 11 años que te fuiste,
una mañana fría de domingo.
Fría como diciembre, fría como la muerte.
No soy la misma persona
desde que viví el proceso de tu muerte.
Fue un potente aprendizaje para mi.
Cuando supe que estabas
ante tus últimos días
a mi me pilló a 142 km y trabajando.
Lo dejé todo esos días
para acudir a tu lado
porque tenía algo
muy importante que hacer:
Acercarme, tocarte,
cuidarte, lavarte,
poner paz entre nosotros,
perdonarte,
soñar un abrazo tuyo….
Buscar el amor de un padre.
Y amarte joder, amarte.
Éramos polos de un mismo signo,
nos íbamos evitando,
ya sabes, la herencia genética,
de ti tengo algunas virtudes,
y también ciertas oscuridades.
Soy como tú, padre.
Capaz de la destrucción absoluta
y capaz de cosas hermosas.
Reconozco
el dios y el animal que llevo dentro.
He visto a ambos.
Durante años detesté
el animal que tú eras,
que eclipsaba la belleza de tu otra parte.
Durante años
me he afanado en domar
al animal que recibí en herencia.
Chocamos en algunas cosas,
ya sabes tú cuales...
Y al final mantuvimos
una "distancia de seguridad",
un acuerdo no escrito de "alto el fuego".
Y en aquella distancia calculada
yo seguí necesitando
la calidez, la ternura,
la valoración y el abrazo de un padre.
En la madurez de mi vida
ya no me engaño:
toda mi vida te he necesitado,
porque no hay nada que reemplace
el amor de una madre y de un padre
esa necesidad universal
de ser amado,
especialmente
por aquellos que te dieron la vida.
En aquellos últimos días tuyos,
cayeron tus escudos,
enmudeció el animal
y solo quedó el alma al desnudo.
Yo dejé mi animal en casa
y acudí a hacer algo que era vital para mi.
Acercarme, tocarte,
cuidarte, lavarte,
poner paz entre nosotros,
perdonarte,
soñar un abrazo tuyo….
Buscar el amor de un padre.
Y Amarte joder, amarte.
Yo hubiera enfermado
si no llego a poder estar a tu lado
en aquellos últimos días de tu vida.
Mi última oportunidad
de poner paz entre nosotros.
Hubo quien no entendió
que yo necesitara ese acercamiento.
Y no es fácil describirlo con palabras
porque son cuestiones trascendentales,
necesidades muy personales,
asuntos del alma….
Fueron días muy emotivos,
llenos de profundidad, vacíos de palabras.
Nuestro lado animal se silenció
para dejar que se expresaran plenamente las almas.
Y en ese diálogo interno
era suficiente con tu mirada.
Yo me había callado la percepción
que semanas antes había sentido
sobre tu mirada.
Tu mirada había cambiado antes incluso
de saber de tu enfermedad.
Tu alma ya lo sabía,
tu mirada tenía
una comprensión y una profundidad
que no engañaba….
Padre, hace ya 11 años de tu partida,
de aquellos días en que corrí a tu lado,
por una necesidad mía.
La necesidad de poner paz entre nosotros,
de buscar tu amor y de amarte.
Se nos acababa el tiempo, se nos acababa…
Cómo me gustaría
que la vida te hubiera dado
muchos más años
con esa nueva mirada tuya
llena de comprensión y sabiduría.
Y entonces
ese sueño mío de abrazarnos se cumpliría.
Y, dormidos nuestros animales,
hubieran dejado paso
a que se expresara el amor,
un amor que sana:
El amor de un padre a una hija
y de una hija a su padre.
19- diciembre- 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario